domingo, 6 de junio de 2010

Manosantas

El universo de manosantas, curanderos, clarividentes y brujos se nutre de la demanda de clientes angustiados por motivos diversos. Todos ellos, más o menos inescrupulosos, están unificados por lo mismo: el fraude ante la desesperación. Pese a que no pocos depositan esperanzas en esos mercaderes del dolor físico o emocional, no son aceptados en el ambiente de las ciencias y ni políticos o referentes sociales se animan a proponer la formalización de esas actividades. En forma coloquial se los denomina chantas, algunos operando en la ilegalidad y otros en los límites.

En el mundo de las finanzas también intervienen personajes y compañías que si no fuera porque están socialmente aceptados y cuya institucionalidad está admitida por el poder, se ubicarían en espacios cercanos a ese grupo observado. Las calificadoras de riesgos son entidades que sólo continúan operando porque han sido funcionales a fortalecer la hegemonía de las finanzas globales. Reúnen la complicidad de sus beneficiarios y de líderes políticos que no se animan a borrarlas del escenario del sistema financiero. El Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, ha sido contundente con las calificadoras. En una reciente columna de opinión publicada en The New York Times escribió: para muchos puede ser “reconfortante pretender que la crisis financiera fue causada solamente por errores honestos. Pero no fue así. Fue, en gran parte, el resultado de un sistema corrupto. Y las calificadoras de riesgo fueron una gran parte de esa corrupción”.

Pese a ese comportamiento técnico desastroso y de fraude en sus operaciones, la opinión de las calificadoras es requerida por el mundo mediático dominante y por los grandes fondos de inversión en la evaluación de los países. En la debacle del euro están profundizando la crisis de España y Grecia al rebajar las notas de sus bonos soberanos y de la deuda emitida por empresas de esa nacionalidad, en una dinámica perversa de destrucción de esas economías vía ajustes más privatización y fuga de capitales acelerada por esas evaluaciones.
Fuente: Página/12
Pese a la responsabilidad que hasta el Congreso de Estados Unidos les atribuye a las calificadoras de riesgo en la propagación de la crisis, sus notas siguen definiendo la suerte de los países deudores. Ayer, volvieron a castigar a Grecia.
La agencia de calificación Moody’s les rebajó la nota a los bonos de deuda griegos hasta el nivel de “inversión especulativa”, que en la jerga financiera equivale a “bonos basura”. El castigo a la golpeada economía helénica, según el comunicado de la calificadora, “refleja nuestro análisis del equilibrio entre las fortalezas y los riesgos asociados con el plan de ayuda aprobado por la Eurozona y el FMI”. Más allá del evidente problema de solvencia griego que está reflejando la nota de Moody’s, tanto esta agencia como sus pares Standard & Poor’s y Fitch son objeto de fuertes críticas por su papel en la formación de la burbuja que terminó en el estallido de la crisis internacional y por ello están siendo investigadas por el gobierno norteamericano. El panorama en Europa es muy frágil: en el lapso de una semana, la UE debió salir dos veces a desmentir que se esté preparando un paquete de ayuda para España. Sin embargo, ayer el euro recuperó algo de terreno frente al dólar.
Fuente: Página/12

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen planteo.
Las calificadoras son mas chantas que el personaje del negro.