jueves, 31 de octubre de 2013

La supremacía del Poder Judicial


Es imposible en pocas horas poder leer con detenimiento tan extenso fallo. De todos modos, ya pueden extraerse algunas conclusiones, más bien contextualizadoras, respecto de lo ocurrido con esta sentencia. Lo primero que llama mi atención es la conformación de su mayoría (y de su minoría). Como estoy de acuerdo con la decisión mayoritaria, y dado que no sólo ejerzo mi profesión como juez sino también como académico en la universidad, no deja de ser gratificante para mí advertir que la mayoría ha estado
conformada, para decirlo de algún modo, por la fracción más académica –y por tanto más técnica– de la Corte. El prestigio y la trayectoria universitaria y bibliográfica de los jueces Zaffaroni, Highton y Lorenzetti desde ese punto de vista es ampliamente reconocido. Y que con ellos esté también Petracchi, el juez firmante de los mejores votos mayoritarios de la primera etapa de la Corte democrática (y de las mejores disidencias en tiempos aciagos), es también algo que no parece casual y que fortalece más todavía la autoridad moral del voto mayoritario. Es decir: no se trata de cualquier “4 a 3”. La mayoría ha sido ajustada, pero está representada por la parte más técnicamente formada de la Corte. A nadie, por tanto, le será sencillo objetarla, ni moral ni jurídicamente.

La otra reflexión que me surge en lo inmediato es la siguiente: ¿puede ser institucionalmente correcto que la decisión final acerca de la viabilidad de una política pública quede en manos de un tribunal? Personalmente creo que para las decisiones más importantes de la sociedad, con alcance colectivo amplio, la última palabra debería tenerla el legislador. Es decir, frente a la declaración de inconstitucionalidad de una ley de esa clase, el Poder Legislativo debería poder insistir con su posición, con una mayoría especial, tal como lo plantea la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. De lo contrario, la tan mentada supremacía de la Constitución deviene en mera supremacía del Poder Judicial por sobre los demás poderes del Estado. Y ello no es consistente con un Estado democrático de derecho, por ser el Poder Judicial el menos legitimado democráticamente de todos los Poderes estatales.

El argumento, tanta veces esgrimido por la Corte Suprema, de que el sistema vigente se justifica para asegurar al ciudadano o a las minorías la protección de sus derechos contra la eventual arbitrariedad de “mayorías circunstanciales”, no sólo es inidóneo como justificación (porque adopta como razón precisamente lo que se critica: el “argumento contramayoritario”), sino que muestra además cuánto arraigo tiene en nuestra cultura constitucional la convicción de que es correcto que las decisiones más trascendentes para la sociedad queden en definitiva en manos de unas pocas personas sin mandato popular. Las que, por lo demás, en la toma de esas decisiones es obvio que actúan no sólo en virtud de razones jurídicas, sino también en función de criterios seguidos por los otros poderes del Estado (cálculo político, para decirlo con una expresión breve), pese a que ese cálculo no forma parte formalmente de sus mandatos funcionales y, por tanto, ni siquiera tienen que dar cuenta de él a la sociedad.

Por lo demás, históricamente, las minorías que –a partir de la idea de control judicial de constitucionalidad pergeñada en EE.UU. a comienzos del siglo XIX– quisieron ponerse a salvo de esas “mayorías circunstanciales” no eran personas socialmente vulnerables, sino aquellas que conformaban el más fuerte núcleo de poder económico en ese país. Proteger con el Poder Judicial al genuinamente vulnerable de mayorías arbitrarias es, desde luego, posible y deseable. Sólo requiere alguna creatividad en la organización del acceso al recurso judicial y en la generación de procedimientos diferenciados según la clase de actor. De lo contrario se cae en un uso o bien ingenuo o bien cínico (según las circunstancias) del argumento de la igualdad ante la ley.

Imagínese por un momento el escándalo moral y político que hubiese generado una mayoría inversa a la conseguida. Pues bien: que un tribunal (aunque sea el de última instancia) pueda impedir una política pública aprobada por amplias mayorías parlamentarias es, ante todo, algo que el actual sistema constitucional en el reparto de poderes permite. La necesidad de repensar ese reparto y la de modificar alguna vez la Constitución en consecuencia es la principal lección que, hoy, me deja lo ocurrido.

* Profesor titular (por concurso) de Derecho Penal en la Universidad Nacional de Córdoba. Juez de la Cámara de Acusación de Córdoba.


domingo, 27 de octubre de 2013

Ultimos pensamientos antes de votar


Tomando un café, tres amigas me consultan por quién votar. Dos votaban K, pero ahora les parece que no. La tercera dice que siempre votó a Pino, pero ahora ni loca, si lo apoyan Piumato y Julio Bárbaro imaginate. Una dice que pensó en votar a Massa, pero se dio cuenta de que es más de lo mismo: un Macri de la provincia que repite el credo de los ’90. La otra se declara deprimida porque le gustaba ser recontra-K, pero ahora está muy pesimista.
Las tres están enojadas porque les gustaba Casero y mirá lo que dice ahora. Y encima el nuevo trenazo en Once, todo te afecta y confunde, y para colmo el dólar, fijate el dólar a diez mangos, estos miserables son capaces de cualquier cosa.

Hago silencio pensando que a veces tengo la sensación de que nuevamente podría haber un suicidio político colectivo, como en el ’89, cuando el país votó alegremente a Menem. Quizá no sea para tanto, pero algo así sucedería si por ejemplo Daniel Filmus –por lejos, y por conducta y gestión, un candidatazo– no fuera reelecto senador por la siempre cambiante capital de la República. Y si Massa & Macri crecieran como dicen sus encuestadores.

Me despido de mis amigas pensando que este domingo es clave para ver si se ratifican los rumbos generales. Pero no porque el kirchnerismo acierte todo el tiempo, que no lo hace, sino porque los rumbos alternativos que se ofrecen a la nación votante son, para decirlo suave, entre peligrosos y patéticos.

Ofrecen, por ejemplo, fuertes acusaciones de corrupción, pero monitoreadas por muchos de los que corrompieron y robaron durante décadas. Con periodistas abyectos a su servicio, se alinean candidatos que recortaron salarios y jubilaciones en un 13 por ciento y otros que hicieron megacanjes, Banelcos y corralitos mientras hacían crecer la deuda externa porque eso significaba negocios fabulosos para los negociadores, o sea casi todos los mismos economistas que hoy desfilan por los programas televisivos dizque “políticos” o “especializados”.

Ahora hablan de “inflación galopante”, cuando la inflación en la Argentina –que es seria y mal negada por el Gobierno– también tiene mucho de fantasma. Un proceso inflacionario galopante fue el de hace años, cuando superaba el mil o dos mil por ciento y los salarios se evaporaban a la par que la industria y el consumo se desmoronaban. Pero una inflación controlada del orden del 20 al 25 por ciento anual como ahora, que se acompaña con aumentos salariales y jubilatorios por encima de esos porcentajes, de ninguna manera es galopante ni hiperinflación y para nada justifica la histeria que prohijan Clarín y La Nación.

Hoy la oposición es feroz como nunca antes por la sencilla razón de que el kirchnerismo, con todos sus errores y torpezas, ha afectado intereses como también nunca antes en la Argentina. Es eso lo que no le perdonan.

Por eso así como apoyaron o hicieron silencio cuando se liquidaban los ferrocarriles en los ’90, ahora, cuando se esbozan e inician recuperaciones, atacan a Florencio Randazzo, que por lo menos tiene un plan, lo lleva adelante y merece un mínimo crédito ciudadano.

Y obvio que hay que sumar los ataques a la única política concreta y aplicada de derechos humanos que en 30 años ha respondido a los principios de Memoria, Verdad y Justicia. A ver qué candidato/a de oposición propone algo diferente y mejor. No lo hacen. Cuestionan y critican, pero no proponen alternativas superadoras, si las hubiese.

De este lado, además, en este rumbo, hay que anotar el empleo creciente, la AUH, las miles de viviendas con créditos blandos, los millones de jubilados al día y cobrando como nunca antes, las mil y pico de escuelas construidas y tanto más. Cómo no apoyar todo eso, aunque el kirchnerismo tenga puntos oscuros. A mí no me gusta, y lo reclamo en libros y artículos desde hace años, que el Gobierno no sea capaz de implementar una seria y dura política anticorrupción que alcance a todos los niveles de la administración pública. Me disgusta que sus políticas ambientales son horribles porque en el fondo es obvio que no les interesa. Y me chocan ciertas formas con que se mueven, el talento que tienen para ganarse enemigos al cuete, la incapacidad comunicacional y su montón de contradicciones.

Pero aunque no me gustan muchas cosas, los voy a votar una vez más y a contrapelo de tantos imbéciles que suponen que cuando uno escribe esto es porque está a sueldo o es prebendario de algún cachito de poder. Yo los voy a votar porque simple y sinceramente apoyo sus mejores políticas aplicadas y adhiero al rumbo autónomo, latinoamericanista y cada vez menos dependiente de este gobierno.

Regreso al café para decirles esto a mis amigas, pero ya se fueron. Me quedo pensando qué harán el domingo, y siento que me gustaría decirles, ahora, que repiensen su voto. Recordarles que las clases media y alta argentinas se quejan furiosamente por lo que llaman cepo cambiario, pero viajan por el mundo cada vez más. Y que hace años había colas en consulados y aeropuertos para huir del país, no para hacer turismo. Y recordarles cuando se devaluaba nuestra moneda de un día para el otro y solamente los economistas amigos del poder estaban enterados; o cuando se cerraban fábricas y nada se construía; aumentaba el desempleo, no había paritarias y las inflaciones –aquéllas sí, galopantes– se comían los ingresos de los que todavía tenían ingresos.

Y me voy, cabizbajo, deseando que sepan mis amigas y el pueblo votar, que es lo que importa, y que la Argentina, otra vez, no se suicide políticamente.


domingo, 21 de julio de 2013

EXPOSICION RURAL 2013

NO TIENEN AUTORIDAD MORAL NI PARA EL ELOGIO
Por: Eduardo Di Cola*

“Contra toda arbitrariedad estamos acá en Palermo, en la Rural, en nuestra casa”.
Estas fueron algunas de las palabras que el Presidente de la Sociedad Rural Argentina expresó al momento de la apertura de la exposición del corriente año. Abundaron críticas al gobierno nacional. Vocablos tales como autoritarismo, prepotencia y otras de similares calibre fueron repetidas en lo que ya se ha convertido en un clásico de esta dirigencia.
Lo llamativo es que no tienen autoridad moral para asumir este discurso.
No por que piensen distinto. Mucho menos porque lo expresen, hacerlo ayuda a conformar una sociedad pluralista y cada vez más democrática y tolerante.
De lo que se trata, es que no son ellos los que están en condiciones de señalarnos cuales son los caminos más correctos a seguir.
¿Qué país habríamos construido si todos anduviéramos por la vida no pagando lo que compramos?
A lo largo de la historia de la Sociedad Rural Argentina ¿no ha sido el derecho a la propiedad al que más se aferraron sus dirigentes?
No tienen autoridad para referirse al predio ferial como “nuestra casa”.
En todo caso lo será cuando lo paguen en su justo precio más los intereses que le corresponde por morosos.
Lo usufructuaron en forma gratuita por más de cincuenta años, el Estado se los vendió en una operación cuestionada legalmente y no lo pagaron a pesar de haber transcurrido veinte años.
Por si esto le resultara insuficiente nos viven enrostrando, diría burlándose de lo eficiente que son en su explotación, las ganancias que obtienen y las inversiones que realizan.
Además se refugian en el discurso grandilocuente de defensa del productor agropecuario, con los que en su inmensa mayoría tienen poco que ver.
Aún están frescos en la memoria los años de quebranto del sector en los que muchos de los que hoy aparecen solidarios en aquellos tiempos fueron funcionarios y ministros. En tanto otros usufructuando la debilidad del endeudado aprovecharon las circunstancias para ampliar sus extensiones o hacerse de maquinarias y herramientas a precio de remate.
Esta dirigencia no tiene autoridad moral ni siquiera para el elogio.
El día que lo hagan será porque el gobierno de turno se resignó a no cobrarles lo que deben.

*Ex Diputado Nacional

lunes, 8 de julio de 2013


Lanata pisó el palito

Mario Codarín, era dueño de una empresa transportadora cuya titularidad, Jorge Lanata, intentó adjudicarle a Luis D'Elía.
Codarín, dejó asentado de antemano y ante escribano publico, que era el único dueño de la empresa, y le dijo posteriormente a Lanata todo lo que este quería escuchar.
Aquí toda la verdad de boca del propio Mario Codarín.

Una vez mas, Lanata, intentó "vendernos pescado podrido".
¿No estaba todo recontra chequeado, Jorge?

Esto se pactó entre bambalinas el 4 de julio 2013.

http://youtu.be/9rWOIM7Eod4


Esto salió al aire en PPT, de Lanata, el 7 de julio (3 días después).

http://youtu.be/77jV9YQvG8M


sábado, 29 de junio de 2013


Pepe y la “aristocracia porteña”

“Una parte del turismo argentino en Uruguay es esa aristocracia porteña que se lleva el mundo por delante”, criticó el primer mandatario José “Pepe” Mujica, quien opinó que, en consecuencia, “esa es la sensación que a veces se llevan los uruguayos de lo que es la Argentina”.
Sostuvo que “el uruguayo ve eso y no lo masca” y genera “una especie de sensación política antiargentina, cuando en realidad es anti Barrio Norte”.
“Es en definitiva lo mismo que les pasa a habitantes de otras ciudades de la Argentina cuando se encuentran con gente así”, argumentó el presidente uruguayo.
Sin embargo, Mujica aclaró que ese sector social “no es representativo de todo”, sino que es “lo que nos cae a Punta del Este en el verano”.

miércoles, 19 de junio de 2013


Otro "Mandamiento": No votarás.

Por decisión de seis de los siete jueces de la Corte Suprema, no habrá elección popular de integrantes del Consejo de la Magistratura ni reforma alguna de la composición de ese organismo que amplíe en sus filas la representación ciudadana.
Según la mayoría del alto tribunal, “la elección popular directa fue reservada por el constituyente a las autoridades de índole política” (?).
El fallo de la Corte invalida la ley aprobada el 8 de mayo último y promulgada el 27, menos de un mes atrás. La anulación del llamado a elección popular de consejeros no afecta el proceso electoral para diputados y senadores.
Si bien la Corte resolvió en relación con un único planteo judicial iniciado por Jorge Rizzo, el titular del Colegio de Abogados de Capital Federal, en base al cual la jueza María Servini de Cubría declaró inconstitucional la reforma, el fallo se hizo eco de la línea argumental que invocaron la Asociación de Magistrados y la Federación Argentina de Colegios de Abogados (las entidades más representativas de ambas corporaciones) y en una lluvia de medidas cautelares y planteos de inconstitucionalidad que sembraron en tribunales del todo el país, a las que más de una decena de juzgados hicieron lugar.

Más allá de las teorizaciones, el efecto es el de resguardar sus propios intereses.

Fuente: Corte a la elección popular

Los jueces son personas que deben decidir quien tiene el mejor abogado y más plata.

Textos relacionados:
Voto negado, voto cantado
Defensa de “Justicia legítima”
Una denuncia por amenazas
Le tienen temor al voto de la gente

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Gracias.

viernes, 1 de marzo de 2013

Abusos de los jueces.

"Muchos jueces son absolutamente incorruptibles; nadie puede inducirles a hacer justicia."
·Bertolt Brecht·


Según Mario Wainfeld: “Hay un sector del poder judicial que quiere marcar la independencia no sólo del poder político sino de las grandes corporaciones”.

¿Y que significa independencia de las grandes corporaciones?
¿No aceptar dádivas y sobornos?


http://youtu.be/mvlmjdPbUSA

Fuente: TVR

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